Después de haber vivido en Uganda durante unos meses, Marruecos me ha parecido un país con una infraestructura y un carácter más moderno. Incluso el calor es más llevadero.

 

Para empezar, en Salé, donde yo vivo, las calles están asfaltadas y la gente no quema la basura en la calle porque hay contenedores. Los niños juegan a fútbol afuera de sus casas como nosotros hacíamos de pequeños. También hay cafeterías e incluso tienen un tranvía. Tiene dos líneas y se usa para viajar entre Rabat y Salé.

patricia campos saboreando marruecos tranvia

Lo cogí cerca de mi casa y en unos 15 minutos, después de cruzar el río Bu Regreg que separa  las dos ciudades, llegué al centro de Rabat. Es la capital del reino de Marruecos y fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en el 2012. Me pareció una ciudad muy misteriosa, aireada con abundante vegetación y nieblas procedentes del Océano.

 

He empezado mi trabajo con los niños. Pertenecen a un barrio marginal de Salé.  No puedo dejar de comparar el nivel de pobreza de Marruecos con el de Uganda. Estos niños siguen sin tener unas condiciones de vida como la de los niños que yo conozco en España, pero al menos tienen comida y algo de ropa. Tampoco mueren de malaria, fiebre tifoidea o Sida. Sus problemas son la leishmaniosis, la rabia y el sarampión.

 

El primer día de entrenamiento me llevé una gran sorpresa. Pensaba que jugaríamos en un campo de tierra, lleno escombros. No fue así. Entrenamos en un campo de césped artificial. Incluso los niños llevaban puesta su equipación y sus botas. Es un campo nuevo, solo tiene un año. Antes jugaban en un campo lleno de piedras, como veréis en las fotos.

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Hassan, un joven marroquí, quien se encarga de pasar tiempo con estos niños fuera del horario del colegio, me explicó algunos de los problemas de estos grandes deportistas. Provienen de familias desestructuradas con bastantes deficiencias a nivel educativo y con graves problemas de disciplina. Son niños desde 6 años hasta 16 años. Hay algunos de ellos que juegan a fútbol realmente bien.

De momento no hay ninguna niña en el equipo. Pero estoy segura que con el tiempo alguna nos verá, le gustará y se unirá a nosotros.

En Salé, no me llaman ¨Mzungu¨ (persona blanca) como en Uganda, me llaman ¨PatriSia¨. Marruecos, es un país turístico y están acostumbrados a ver europeos.

En Marruecos se habla el árabe estándar y el francés. No hablan inglés, ni español. Como en Uganda, con gestos y ahora además con un diccionario, no tenemos ningún problema. Al colaborar en estos proyectos humanitarios,  me he dado cuenta de la importancia de saber cuantas más lenguas mejor para poder comunicarse con todas las garantías. Como siempre, mucho que aprender.

Esta semana me han invitado a un lugar especial (Qué ganas…!). En el post del próximo lunes os lo contaré todo.

#ReglaDPCP

 

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